Exo Terra Reptiles y Anfibios

FAMILIA ICTIOFIDOS

3/3/2014

 
Los ictiófidos, que comprenden 35 especies repartidas en dos  géneros (Caudacaecília e Ichthyophis), presentan también varios  anillos en cada segmento del cuerpo (en lugar de uno o dos) y  vértebras que se extienden más allá del ano, formando una falsa cola, pero, a diferencia de los anteriores, cuentan con numerosos huesos craneales. Todas las especies son ovíparas, los  huevos se depositan en el barro, cerca del agua, y las larvas llevan una vida libre. Se distribuyen por la India, Sri Lanka, el Sudeste Asiático, la parte occidental de Indonesia y Filipinas.  

La hembra de Ichthyophis glutínosus pone una veintena de  huevos. Estos, esféricos y con un cordón albuminoso que les  sirve para unirse unos a otros, forman una pelota alrededor de  la cual se enrosca la hembra, que así los defiende contra los  ataques de otros animales mientras permanece escondida, para mayor seguridad, en una cámara subterránea preparada  con anticipación. 


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Mientras los embriones están en el huevo presentan tres pares de branquias externas, extremadamente largas, que ofrecen  el aspecto de delicadísimas plumas rojas. Los jóvenes nacen  en forma de larvas acuáticas, que nadan por medio de amplios  movimientos ondulatorios, utilizando un repliegue dérmico vertical situado en la parte posterior del cuerpo y que constituye una especie de aleta caudal. Durante este período de su vida presentan una o dos hendiduras branquiales y unos órganos  sensoriales epidérmicos, distribuidos por la superficie de la cabeza y del cuerpo, análogos a los neuromastos de la línea lateral de los peces óseos. Las branquias, sin embargo, son absorbidas al nacer, de modo que las larvas se ven obligadas a subir  de vez en cuando a la superficie para respirar oxigeno atmosférico. Pasado algún tiempo, éstas adquieren la forma del adulto, pierden la aleta caudal y las aberturas branquiales y salen  finalmente del agua para emprender su vida subterránea.  

ORDEN CECILIAS

3/3/2014

 
ORDEN CECILIAS 

Las cecilias tienen un aspecto vermiforme y recuerdan a las lombrices o a los tiflópidos, esas pequeñas ser- pientes que viven bajo tierra. Efectivamente, no sólo carecen  de patas como indica su nombre, sino que su ruerpo es alargado y cilindrico, con el mismo grosor en toda su extensión y  con sus extremos tan semejantes que a primera vista no se distingue el cefálico del caudal. La piel de todo el cuerpo, excepto la región cefálica, está replegada en forma de anillos, lo  que acentúa la semejanza de estos animales con las lombrices  de tierra. De estas últimas se diferencian inmediata y obviamente por la presencia de cráneo y esqueleto interno, y de los  tiflopidos por la ausencia de escamas externas y por la mucosidad que envuelve su piel. 

Muchas especies de gimnofionos, sin embargo, poseen diminutas escamas incluidas en la piel. La presencia de estas,  inexistentes en el resto de los anfibios vivientes, puede interoretarse como una herencia recibida de los arcaicos anfibios  estegocéfalos. La piel de las cecilias está siempre humedecida  por una secreción mucosa. Otro aspecto notable es la fecundación interna con participación de un órgano copulador o  phallorleum, que no es sino una evaginación de la parte posterior de la cloaca que el macho inserta en la cloaca no evaginable de la hembra.


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Los huevos, en todas las especies, son voluminosos y ricos  en albúmina. En muchos gimnofionos, sin embargo, los huevos no salen nunca al exterior, porque las hembras son ovoviviparas o vivíparas. Tanto en estas formas como en la cecilias  oviparas, el desarrollo tiene lugar en el huevo, es decir, que  no hay metamorfosis y el joven nace más o menos idéntico al  adulto, a no ser por las hendiduras branquiales que comunican con branquias siempre internas.  

La boca esta provista de dientes de tamaño y agudeza variables, según las especies, En el extremo del rostro se hallan las  aberturas nasales. Los ojos son poco aparentes, ya que, además  de ser pequeños, están cubiertos de piel. En algunas especies ni  siquiera son visibles, porque están ocultos baio los huesos del cráneo que crecen sobre estos órganos. Mucho más imponante  que la vista es el sentido del tacto, ya que las cecilias presentan  un tentáculo sensorial evaginable entre cada ojo y la narina correspondiente, con el que detectan lombrices, hormigas y otros  pequeños invertebrados que constituyen su alimento.  

La mayoría de las especies de este orden son nocturnas y  subterráneas y de ahí la atrofia o la ausencia de ojos, pero algunos gimnofionos son eminentemente acuáticos y no  presentan, por tanto, la atrofia ocular característica de las formas hipogeas.  Se conocen 162 especies de gimnofionos, repartidas en  34 géneros y todas ellas propias de zonas tropicales: Arnérica Central, parte de Sudamérica y de Africa, las Seychelles, la India, Sri Lanka y Sudeste Asiático. El orden está ausente de Madagascar y de Australia.

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